Las pick-ups construyeron a la Argentina. Y hoy la Argentina fabrica más pick-ups que nunca. Gana la economía, ganan las empresas, pero –sobre todo- ganamos los usuarios. Opina Carlos Cristófalo.
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ESCENA I
En noviembre del año pasado, junto a un pequeño grupo de periodistas, participé de una ceremonia simpática. El encuentro se realizó en las nuevas oficinas de General Motors Argentina, en Vicente López, y el anfitrión fue Jaime Ardila, el carismático y siempre locuaz presidente de GM para Sudamérica, quien ocupó ese cargo durante cinco años.
El encuentro tuvo todos los condimentos de una conferencia de prensa, pero no hubo grandes titulares: sólo una despedida. A los 60 años, Ardila nos había convocado sólo para decirnos “adiós, me retiro”.
En una charla informal, donde no faltaron sus planes de dedicar más tiempo al tenis, su proyecto de abrir una consultora para grandes empresas ni la lista de los Chevrolet que le gustaría coleccionar en su garage de jubilado, tuve la oportunidad de hacerle una pregunta a Don Jaime.
-¿Se arrepiente de no haber fabricado la Chevrolet S10 en la Argentina?
-Sí, sin dudas –respondió con la sinceridad frontal que siempre lo caracterizó-. La Argentina se convirtió en el país de las pick-ups. Tiene todo lo necesario para producir una camioneta de última tecnología: proveedores, ingenieros especializados y hasta un enorme mercado interno que demanda estos productos.
-¿Y entonces por qué no hicieron acá la nueva S10?
-Lamentablemente, por una cuestión de convenio sindical con la planta de Brasil, estuvimos casi obligados a fabricar la nueva S10 en el mismo lugar donde ya producíamos la anterior generación.
En ese momento se sumó a la charla Isela Costantini. Todavía Mauricio Macri no había ganado las elecciones. Y todavía no había sido convocada para hacerse cargo de Aerolíneas. Aún era Isela, presidenta de GM Argentina. Se acercó y dijo: “Vos sabés que el origen brasileño de la S10 incluso nos juega en contra en nuestro mercado. En las encuestas que realizamos, detectamos que un porcentaje de los clientes ve como algo negativo que la S10 sea importada en Brasil, cuando en realidad se produce con los mismos estándares de cualquier proyecto global de Chevrolet. Pero es como dice Jaime, en el país de las pick-ups, el Made in Argentina se convirtió hasta en un sello de calidad para una camioneta”.
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ESCENA II
Cuando la semana pasada publicamos el comparativo de pick-ups (leer la #Crítica4x4x4), muchos nos felicitaron por haber reunido en un mismo momento y en un mismo lugar a las cuatro pick-ups tope de gama, de cuatro marcas diferentes. Incluso, nos dimos el lujo de conseguir que todas fueran doble tracción y con caja automática.
Creo que ya puedo confesarlo: nunca me resultó más fácil conseguir a los vehículos para una prueba de manejo en Autoblog.
Todo comenzó con una idea de Gonzalo Rodiño, del área de Comunicaciones de Ford Argentina. Me llamó para ofrecerme durante una semana la nueva Ranger 2016, acepté la fecha como de costumbre, pero de paso me preguntó: “¿Vas a hacer un comparativo?”
Era una nota que venía pensando hace tiempo, pero me generaba un pico de estrés la sola idea de coordinar todos los préstamos en simultáneo. “Me gustaría”, le respondí a Rodiño. “Pero mirá que capaz la Ranger no gana”, lo chicanié.
“Vos manéjalo, pero a nosotros nos interesa que nos comparen”, me retrucó.
Yo estaba en Córdoba, en el Rally de Argentina y probando unos autos de Hyundai.
Pero hice el intento: desde las sierras envié tres mails a Volkswagen, Toyota y Nissan. Y, para mi sorpresa, en menos de una hora ya tenía la respuesta de las tres marcas.
“Nos gusta la idea, contá con una Amarok Ultimate Automática”, me respondió Tomás Amorena, de Prensa de VW. “No hay problema. Decime para cuándo querés la Hilux SRX Automática y quiénes la van a manejar, para hacer los permisos necesarios”, me contestó Andrés Barcos, de Toyota.
“Carlos, nos interesa tu idea”, me dijo Moira Dillon, de Nissan Argentina, en la respuesta más extensa. Me explicó que la NP300 Frontier todavía no tenía una versión tope de gama para enfrentar a las Limited, Ultimate y SRX, pero que estaban dispuestos a participar. Hasta me dio el gusto de elegir el color: por eso la unidad del comparativo tenía ese Azul B23, que tanto me agrada.
En Nissan sabían que la NP300 Frontier no iba a arrasar en el comparativo, pero en la marca están convencidos de que algún día sí pueden lograrlo. Por eso están instalando una planta de producción en Córdoba. Por eso ya están pensando en versiones especialmente pensadas para la Argentina, el país de las pick-ups. “En unos años esperamos ser los primeros. Trabajamos para ello”, me dijo Dillon, tras leer la nota del viernes pasado.
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ESCENA III
La semana pasada estuvo de visita en Buenos Aires el presidente del Grupo PSA para Sudamérica, el brasileño Carlos Gomes. Brindó sólo una entrevista, a Francisco Jueguen del diario La Nación. Pancho no desaprovechó la oportunidad y le preguntó sobre las posibilidades de fabricar la futura pick-up Peugeot en la Argentina: “Hoy no hay ninguna decisión de inversión, pero estamos trabajando en eso”, respondió Gomes, críptico.
Si el Grupo PSA decidiera producirla en el país, el llamado Proyecto Peugeot Hoggar podría convertirse en el séptimo modelo de una pick-up mediana fabricado en la Argentina.
Ya tenemos a la Toyota Hilux en Zárate, a la Ford Ranger en Pacheco y a la Volkswagen Amarok, también en Pacheco. A partir de 2018, en una nueva planta en Santa Isabel, se producirán las Nissan NP300 Frontier, la Renault Alaskan y la Mercedes-Benz GLT.
Por eso, Gomes no debería sentirse sólo en su expectativa aún no confirmada.
En noviembre del año pasado, durante la presentación de la Hyundai Creta en Costa Rica, Ernesto Cavicchioli me dijo: “La pick-up es un modelo que todos los distribuidores de Hyundai en América Latina venimos pidiendo desde hace más de diez años. Y si Hyundai desarrolla una pick-up, la tiene que fabricar en la Argentina. Somos el país de las pick-ups”.
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EPÍLOGO ABIERTO
¿Qué les pasa a las automotrices, que están obsesionadas con las pick-ups y la Argentina?
A decir verdad, no hay ningún misterio. Sólo ven los números. En abril, el vehículo de cualquier tipo más vendido de nuestro mercado fue una chata, la Toyota Hilux (ver estadísticas).
Las pick-ups no son vehículos populares. Son modelos con alto valor tecnológico, elevado precio de venta y, por lo tanto, una interesante rentabilidad.
Las camionetas son caras y, sin embargo, el público cada vez las demanda con mayor intensidad. Entonces, reformulo la pregunta, ¿qué nos pasa a los argentinos, que cada vez compramos más pick-ups?
Las chatas modernas son más confortables, consumen menos combustible y tienen el mismo equipamiento de seguridad de un sedán familiar. A eso hay que agregarles una robustez y una versatilidad pensadas para resistir el estado horrible de nuestras calles, rutas y caminos rurales.
Y no olvidemos el costado social de esta obsesión argentina. Hoy las pick-ups son el mayor generador de empleo de la industria automotriz. Y hasta son protagonistas de cruzadas humanitarias, como es el caso de La Chata Solidaria, encabezada por mi amigo Jerónimo Chemes y su banda de intrépidos de buen corazón.
La especialización es buena para el país, porque permite exportar productos con los que muy pocas naciones nos pueden competir. También es buena para el usuario, porque la competencia mejora la calidad y la seguridad de los productos. Es decir, es una especialización de la cual tenemos que estar orgullosos como nación.
Las Hilux, Ranger, Amarok y Frontier que probamos en la #Crítica4x4x4 son muy superiores a los modelos del mismo nombre que se vendían hace sólo cinco años. Se vieron obligadas a destronarse a sí mismas. Hoy, quien no mejora, pierde.
En esta obsesión por las chatas ganamos todos. Ganan los ejecutivos encumbrados, gana Jacinto Campos y sus vecinos de la Cuenca del Salado. Y, si todo sale bien, pronto también van a ganar los argentinos olvidados en El Impenetrable chaqueño.
Por eso, hoy más que nunca, bienvenidos al país de las pick-ups.
Texto: C.C.
Fotos: Rafael Delceggio – www.rafaeldelceggio.com
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“¡Ché, tomate! ¡Cuidado con la pick-up!… ¿Qué? ¡Chúp?!… ¡Ketchup!.. ¿Entendieron?”
En la Pampa (húmeda) y la vía. Pero en Ranger, ningún tonto este C.C.
“¿Cuánto falta para el asado?”
“¿Dónde se habrá metido V.C.? La última vez que lo vi tenía un buzo rojo y las llaves de la Amarok…”